Ana Edén Ramírez Huerta
Tú, yo, él, y ella también; casi todos tenemos un
familiar o un conocido que ha emigrado al lado norte de la frontera. Esta
migración puede ser por cuestiones de trabajo o de estudio pero la realidad es
que el mayor porcentaje es de la llamada indocumentada; es decir, no podemos tener
una cifra exacta de los colimenses que viven en Estados Unidos. En intentos por
contabilizar el número de migrantes, el Instituto de Mexicanos en el Exterior
(IME) desarrolló una herramienta llamada Matrícula Consular de Alta Seguridad,
se trata de un documento exclusivo para mexicanos, que es aceptado por
numerosas oficinas de gobiernos estatales y departamentos de policía, para
abrir cuentas bancarias e inscribirse en bibliotecas públicas y, en algunos
estados, para tramitar la licencia de manejo. Sin embargo, no puede utilizarse para
la realización de trámites migratorios, razón por la cual no todos los
mexicanos tienen el interés y en muchos casos tienen el temor de adquirir este
documento.
Los datos hasta el año 2012 con esta herramienta toman
una muestra de 827,546 colimenses, siendo las principales ciudades destino por
orden de importancia: Los Ángeles, Fresno y Sacramento, todas en California. El
orden, de mayor a menor, de los municipios de origen de los migrantes es el
siguiente: Colima, Tecomán, Manzanillo, Armería, Villa de Álvarez, Coquimatlán,
Cuauhtémoc, Comala, Ixtlahuacán y Minatitlán. Pero estas son las cifras
oficiales, en realidad el número de colimenses en Estados Unidos podría ser
mucho mayor y las ciudades últimas de residencia de los colimenses podrían
variar por migraciones circunstanciales internas. Estimaciones del CONAPO con
base en el INEGI sitúan a Colima en el lugar número 12 de los estados de la
república con índice de migración a Estados Unidos, lo que se considera un índice
de intensidad “alto”.
Pero ¿qué significa que todos estos colimenses estén
en Estados Unidos? En el 2012, México captó 22,446 millones de dólares, lo que
representó aproximadamente el 2 % del PIB. Con base en un estudio del Banco de
México llamado “Las remesas familiares en México” se estima que alrededor del
86 % del dinero enviado se utiliza para la manutención de una familia como
fuente principal de ingreso, el 7% para educación y el 3% para el mejoramiento
de inmuebles. Colima en 2011 recibió por este concepto de remesas 183.8
millones de dólares lo que representó el % 3.1 aproximadamente del PIB estatal,
esto es más de 2200 millones de pesos que entran al estado provenientes de los
colimenses que radican en Estados Unidos.
La pregunta es la siguiente, ¿qué tanto estamos
informados los colimenses, las autoridades locales y en especial las familias
que dependen de las remesas, respecto a los avances de la propuesta que
recientemente presentó el grupo de ocho senadores estadounidenses acerca de una
reforma migratoria en Estados Unidos, que por primera vez desde hace dos
décadas, desde la amnistía a indocumentados que concedió el presidente Ronald
Reagan en 1986, tiene intenciones serias y ambiciosas, pero sobre todo que
tiene el respaldo del presidente Barack Obama, lo que deja en espera a más de 11
millones de mexicanos indocumentados que ingresaron a ese país antes del 31 de
diciembre de 2011, incluyendo nuestros soñadores colimenses?
Claro está que para que la reforma cambie las
condiciones de vida tanto de los que emigraron como de los que se quedaron en
México es necesario la participación y el interés de todos los niveles de
gobierno así como de la sociedad. Desde la buena voluntad y el tacto para
tratar este tema en público por parte del presidente Peña Nieto, la capacitación
del personal de los consulados en temas migratorios, ramo en el cual se
encuentran rezagados, hasta lo que compete a los gobiernos locales y a su
sociedad, con esto me refiero a la
organización de las comunidades en el exterior que comparten ciertas
características, con el fin de proporcionar información verídica y clara de los
procedimientos que se tienen que seguir para los trámites migratorios, con el
fin de disminuir el número de migrantes que son víctimas de abuso de sujetos
que prometen solucionarles su situación migratoria, para al final ser
defraudados no sólo económicamente sino también moralmente, lo que también
provoca el temor de algunos otros que al ver la mala experiencia de unos
desarrollan cierto temor a acercarse a un consulado o a alguna autoridad, a
manifestarse o hasta en algunos casos renunciar a su identidad misma por falta
de información confiable.
Siempre es un buen momento para pensar en los
beneficios que se traducirían si nuestros connacionales arreglaran su situación
migratoria, su nivel de vida podría mejorar al conseguir un mejor empleo,
seguridad social, las remesas
aumentarían, la economía se vería beneficiada directamente por las personas que
ya podrían regresar periódicamente a su lugar de origen y dejar capital para el
beneficio de los suyos. Vale la pena también pensar en una organización local
aquí en México, de apoyo e identificación de las personas que comparten la
condición de tener un familiar en el exterior.
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